"Los rótulos viarios de Gijón muestran hoy ciento doce nombres de mujeres. Son muy pocos, en realidad, para un municipio con unos dos millares y medio de calles, caminos y parques públicos nominables, de los que siete de cada diez están en la parte urbana. Pero también es cierto que la mayoría de esos nombres fueron incorporados al nomenclátor solo en las dos últimas décadas, empezando de este modo a compensar lo que, más que una ausencia, había sido una mutilación antigua, injusta, inculta y ofensiva, que empobreció sin sentido esa nómina de honores que en conjunto dibuja, sobre el callejero, una imagen bastante aproximada de nuestra identidad moral, definida por las personas y valores que admiramos y con los que nos identificamos".
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