Las
mujeres desempeñan un papel fundamental como productoras agrícolas y
como agentes de seguridad alimentaria y nutricional. Sin embargo,
cuentan con menor acceso que los hombres a bienes productivos como la
tierra y a servicios como los financieros y de extensión. Diversos
obstáculos menoscaban su capacidad de participar en acciones colectivas
como ser miembros de cooperativas agrícolas o asociaciones de usuarios
del agua. Las mujeres tienden a tener una falta de representación
política tanto en sistemas de gobernanza centralizada como
descentralizada.
Las
desigualdades de género dan lugar a una menor producción agrícola,
menores ingresos y mayores niveles de pobreza e inseguridad alimentaria.
La agricultura en los países en desarrollo de bajos ingresos es un
sector con un potencial excepcionalmente alto para reducir la pobreza.
Sin embargo, para que el crecimiento agrícola pueda cumplir todo su
potencial, se deben abordar las desigualdades de género y reducirlas
eficazmente.
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