El interés que en nuestros días suscita Teresa no parece estribar tanto
en su condición de reformadora de una orden religiosa como en su
feminismo y su experiencia mística. La "experiencia" recorre todos los
escritos de Teresa, colocándola en el mismo centro de la Edad Moderna:
"No diré cosa que no haya experimentado mucho" (V18,8). Esta afirmación,
más aún, autoafirmación también la colocará en el punto de mira de la
Inquisición, como sospechosa de pertenecer a la corriente de los
"alumbrados", que contaba, por cierto, con muchos seguidores conversos.
Bien es sabido que Teresa provenía de una familia de judíos conversos,
al igual que San Juan de Ávila.
Teresa transgrede sin temor las leyes que su tiempo le imponen por su
condición de mujer. Incumple la prohibición, impuesta a las mujeres, de
leer las Escrituras Sagradas. Desoye la obligación, impuesta a las
mujeres, de rezar únicamente en voz alta y defiende la oración interior.
Bebe, a través de Francisco de Osuna (Tercer abecedario espiritual), de
la teología mística oriental. Traspasa los límites de lo social y
políticamente aceptable dirigiéndose en miles de cartas a potenciales
benefactores, a la nobleza, al mismo Rey Felipe II, en cuya casa natal,
el Palacio de Pimentel de Valladolid, se inaugura este proyecto. Osa
referirse a los relatos evangélicos, a las amistades de Jesús, para
reivindicar el papel de la mujer, pues ve "los tiempos de manera que no
es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres"
(CE 4, 1). Es uno de los muchos ejemplos de feminismo teresiano. La
crítica a las posiciones oficiales de la iglesia y de la sociedad
respecto a la función de la mujer es feroz, así como a la actitud
misógina de los "jueces" (los inquisidores).
Teresa morirá sin ver reconocida públicamente su inmensa labor: haber
recuperado la antigua regla carmelita y conseguido una provincia propia
en España para la orden descalza. Al frente se coloca a un hombre, a su
gran amigo Jerónimo Gracián. Teresa gana la batalla, pero ninguno de los
altos prelados la menciona. A ella no le importa, profesa vivir
"quitando nuestro amor propio y nuestra voluntad, el estar asidas a
ninguna cosa de la tierra" (5 M 2, 6). A nosotras sí. De ahí que la
fecha elegida para la presentación en Valladolid del proyecto sea
el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Con ello reivindicamos
los ingentes esfuerzos de innumerables mujeres que se dejaron la piel en
su lucha por los derechos de la mujer, la igualdad, la libertad y la
justicia, y que, como Teresa, fueron ninguneadas o, en el mejor de los
casos, utilizadas por la política, la iglesia y la sociedad en beneficio
de sus propios intereses que nada tenían que ver con las aspiraciones y
objetivos de sus protagonistas.
Teresa de Ávila es una de sus más insignes exponentes. A ella rendimos
homenaje en el V Centenario de su nacimiento a través de 21 miradas de
mujeres heterogéneas e internacionales que nos presentan a una Teresa
mística, sí, pero también transgresora hasta la médula. Más información